Hola amigos
Haré una somera reseña de lo que pude ver el sábado a la tarde en el evento Candombe del 25 y de mi participación como expositor.
Ante todo deseo destacar la prolija y entusiasta organización que hubo para el evento en lo que no se descuidó ningún detalle, el respeto y la atención del numeroso público que asistió a la charla y la importancia de que este tipo de eventos, que va por su 4ta. edición, continúe. Asimismo, agradezco a la Comisión Organizadora el haberme invitado, oportunidad siempre necesaria para la socialización del conocimiento. Para mí ha sido un honor.
La charla se tituló ¿Candombe o candombes? y la compartí junto a mi amigo Juan Suaqué, un afroargentino nacido en Misiones quien, junto a María Elena Lamadrid, formaron a fines de 2006 el grupo Bakongo, que cultiva la música afroargentina.
La charla se dividió en tres partes: una teórica introductoria en la que vertimos conceptos y experiencias de campo sobre la música afroargentina actual; En la segunda parte pasamos el video documental ¿Quién dice qué…, que realicé junto a Suaqué en julio de 2007 para dar testimonio sobre el grupo Bakongo y la música que cultiva; Finalmente, se dio lugar a un amplio y fructífero debate con el público.
La primera parte se realizó a fin de sentar las bases de por qué es necesario añadir a la palabra candombe un referente gentilicio que dé cuenta de su especificidad. Sentimos la necesidad de que, acorde el avance en el conocimiento musicológico y atendiendo a la demanda de los propios afroargentinos por ser reconocidos en su esencia cultural, de que no se hable más de "candombe" a secas, sino de "candombe porteño o argentino" y "candombe montevideano o uruguayo" cuando alguien habla, toca o baila. Ante la supuesta desaparición del histórico candombe argentino y la omnipresencia del candombe oriental en el espacio público del país, la naturalidad del término candombe trazaba un despreocupado signo de igual con el Uruguay que no necesitaba mayores comentarios. Hoy la situación es pluralmente más rica ya que no sólo se ha demostrado que el candombe argentino nunca murió, sino que está recuperando con sobrado éxito el espacio público. De este modo, instamos a los oyentes, que casi en su totalidad son hacedores de candombe al estilo uruguayo, a que comiencen a hablar con propiedad respecto a qué candombe hacen y así, no quedar desfasados de una realidad que los trasciende. Hilando más fino, señalamos que preferimos hablar de candombe porteño y no argentino dado que en otras partes del país se cultiva el candombe y que es distinto al porteño -y desde ya al uruguayo-, como por ejemplo en diversas localidades de Corrientes, Chaco, Santa Fe y Entre Ríos, en manos de sus respectivas poblaciones negras ancestrales y de argentinos blancos entusiastas de su música. Asimismo, señalamos que el candombe trasciende toda frontera al ser un fenómeno que se ancla mucho más atrás en el tiempo de la conformación de nuestras modernas naciones, y que también se encuentra en el sur del Brasil, el candombe mineiro.
El video fue muy bien recibido por el público, que entusiastamente aplaudía al concluir algunas de las interpretaciones que se veían (¡como si fuera un concierto en vivo!), hacía palmas y coreaba los estribillos que, aunque jamás los habían escuchado antes, los aprendían en el momento. La importancia de ver este video radicó en que el público tenga, luego de una bajada teórica, elementos de audio y de danza concretos sobre qué decimos cuando decimos candombe porteño.
El debate fue lo más fructífero. Se evacuaron muchas dudas muy interesantes tanto sobre la especificidad técnica de cómo se toca y baila el candombe porteño, sobre sus diferencias o similitudes con su variante uruguaya, así como aspectos contextuales de la desconocida comunidad afroargentina y los contextos sociales en que este candombe se toca. Destaco especialmente la participación del público uruguayo, en su mayoría afrodescendientes, que también desconocían la vitalidad de nuestro candombe y se mostraron entusiasmados y solidarios con esta “nueva” veta de africanidad en la banda occidental del plata.
Quizá una de las conclusiones más importantes a las que se arribó es la esta necesidad de reconocer candombes y no candombe. Diferenciar no implica discriminar y desechamos de plano cualquier búsqueda de purezas legitimantes que tensen en competencia a ambas orillas del plata (pues esto no debe ser entendido como la nacionalización de una práctica musical extranjera) ni, mucho menos, avalar cuál ha sido el “kilómetro cero” del candombe (a secas). La variante montevideana del candombe es tan válida, históricamente constituida y estéticamente bella como la variante porteña del candombe. Simplemente deseamos dejar sentado el parecer de que el amor por las tradiciones debe comenzar por casa y que, ya que el evento fue para festejar la gesta del 25 de mayo de 1810, no olvidarnos que el candombe que seguramente los negros de entonces habrán tocado no era con chico, repique y piano sino que, como se dice en la jerga futbolera, “jugaban de locales” cantando coplas candomberas como esta, perpetuada a través de así doscientos años por tradición oral:
Un veinticinco de mayo
de mil ochocientos diez
tatita pidió un negrito
y Dios le mandó tres.
¡Al olvido, condena!
¡Gloria a los afroargentinos!
Atte. Pablo Cirio.
Haré una somera reseña de lo que pude ver el sábado a la tarde en el evento Candombe del 25 y de mi participación como expositor.
Ante todo deseo destacar la prolija y entusiasta organización que hubo para el evento en lo que no se descuidó ningún detalle, el respeto y la atención del numeroso público que asistió a la charla y la importancia de que este tipo de eventos, que va por su 4ta. edición, continúe. Asimismo, agradezco a la Comisión Organizadora el haberme invitado, oportunidad siempre necesaria para la socialización del conocimiento. Para mí ha sido un honor.
La charla se tituló ¿Candombe o candombes? y la compartí junto a mi amigo Juan Suaqué, un afroargentino nacido en Misiones quien, junto a María Elena Lamadrid, formaron a fines de 2006 el grupo Bakongo, que cultiva la música afroargentina.
La charla se dividió en tres partes: una teórica introductoria en la que vertimos conceptos y experiencias de campo sobre la música afroargentina actual; En la segunda parte pasamos el video documental ¿Quién dice qué…, que realicé junto a Suaqué en julio de 2007 para dar testimonio sobre el grupo Bakongo y la música que cultiva; Finalmente, se dio lugar a un amplio y fructífero debate con el público.
La primera parte se realizó a fin de sentar las bases de por qué es necesario añadir a la palabra candombe un referente gentilicio que dé cuenta de su especificidad. Sentimos la necesidad de que, acorde el avance en el conocimiento musicológico y atendiendo a la demanda de los propios afroargentinos por ser reconocidos en su esencia cultural, de que no se hable más de "candombe" a secas, sino de "candombe porteño o argentino" y "candombe montevideano o uruguayo" cuando alguien habla, toca o baila. Ante la supuesta desaparición del histórico candombe argentino y la omnipresencia del candombe oriental en el espacio público del país, la naturalidad del término candombe trazaba un despreocupado signo de igual con el Uruguay que no necesitaba mayores comentarios. Hoy la situación es pluralmente más rica ya que no sólo se ha demostrado que el candombe argentino nunca murió, sino que está recuperando con sobrado éxito el espacio público. De este modo, instamos a los oyentes, que casi en su totalidad son hacedores de candombe al estilo uruguayo, a que comiencen a hablar con propiedad respecto a qué candombe hacen y así, no quedar desfasados de una realidad que los trasciende. Hilando más fino, señalamos que preferimos hablar de candombe porteño y no argentino dado que en otras partes del país se cultiva el candombe y que es distinto al porteño -y desde ya al uruguayo-, como por ejemplo en diversas localidades de Corrientes, Chaco, Santa Fe y Entre Ríos, en manos de sus respectivas poblaciones negras ancestrales y de argentinos blancos entusiastas de su música. Asimismo, señalamos que el candombe trasciende toda frontera al ser un fenómeno que se ancla mucho más atrás en el tiempo de la conformación de nuestras modernas naciones, y que también se encuentra en el sur del Brasil, el candombe mineiro.
El video fue muy bien recibido por el público, que entusiastamente aplaudía al concluir algunas de las interpretaciones que se veían (¡como si fuera un concierto en vivo!), hacía palmas y coreaba los estribillos que, aunque jamás los habían escuchado antes, los aprendían en el momento. La importancia de ver este video radicó en que el público tenga, luego de una bajada teórica, elementos de audio y de danza concretos sobre qué decimos cuando decimos candombe porteño.
El debate fue lo más fructífero. Se evacuaron muchas dudas muy interesantes tanto sobre la especificidad técnica de cómo se toca y baila el candombe porteño, sobre sus diferencias o similitudes con su variante uruguaya, así como aspectos contextuales de la desconocida comunidad afroargentina y los contextos sociales en que este candombe se toca. Destaco especialmente la participación del público uruguayo, en su mayoría afrodescendientes, que también desconocían la vitalidad de nuestro candombe y se mostraron entusiasmados y solidarios con esta “nueva” veta de africanidad en la banda occidental del plata.
Quizá una de las conclusiones más importantes a las que se arribó es la esta necesidad de reconocer candombes y no candombe. Diferenciar no implica discriminar y desechamos de plano cualquier búsqueda de purezas legitimantes que tensen en competencia a ambas orillas del plata (pues esto no debe ser entendido como la nacionalización de una práctica musical extranjera) ni, mucho menos, avalar cuál ha sido el “kilómetro cero” del candombe (a secas). La variante montevideana del candombe es tan válida, históricamente constituida y estéticamente bella como la variante porteña del candombe. Simplemente deseamos dejar sentado el parecer de que el amor por las tradiciones debe comenzar por casa y que, ya que el evento fue para festejar la gesta del 25 de mayo de 1810, no olvidarnos que el candombe que seguramente los negros de entonces habrán tocado no era con chico, repique y piano sino que, como se dice en la jerga futbolera, “jugaban de locales” cantando coplas candomberas como esta, perpetuada a través de así doscientos años por tradición oral:
Un veinticinco de mayo
de mil ochocientos diez
tatita pidió un negrito
y Dios le mandó tres.
¡Al olvido, condena!
¡Gloria a los afroargentinos!
Atte. Pablo Cirio.