
El 3 de diciembre de 1978 sonaron especialmente los tambores en llamada por última vez en el Mediomundo, uno de los templos fundamentales del candombe. Ese día tuvo lugar esta manifestación y llamada en defensa de aquel legendario conventillo, condenado a la demolición por la dictadura militar que dispuso el desalojo forzado de sus habitantes, al igual que en el hermano conventillo de Ansina un mes después. Lo sucedido aquel día fue un acto espontáneo con mucho de homenaje de despedida a una de las cunas inspiradoras del candombe, de compromiso con su legado, y también con mucho de rechazo y resistencia a una arbitrariedad cargada del racismo de quienes sostenían que los negros y sus tambores empobrecían la ciudad, y no podían vivir en el centro de Montevideo perjudicando su particular atractivo turístico e inmobiliario.
El 5 de diciembre de 1978 el convetillo fue demolido por decreto de la Intendencia Municipal de Montevideo, alegando peligro de derrumbe.
Aquel 3 de diciembre aparece en el contexto histórico como un hecho que evoca la importancia, presencia, difusión del candombe, el protagonismo ancestral del tambor en los momentos que importan a su gente, y su profundo contenido social de resistencia, mecanismo de defensa, afirmación y construcción comunitaria. Respuesta ante una expresión de racismo. Símbolo de dignidad ante la adversidad de los afrouruguayos. Triunfo de un pueblo y su cultura sobre la intolerancia y la barbarie de aquellos que intentaron sin éxito despojarlos y hacerlos desaparecer, sin valorar su patrimonio.

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