30 sept 2009

La representación de la negritud en los actos escolares del 25 de Mayo

Algunas aproximaciones para pensar el tema
Anny Ocoró Loango *

Los actos escolares del 25 de Mayo son uno de los pocos espacios en los que la negritud circula para la memoria nacional argentina; como lo afirma Grimson (2007) “la única representación de la Nación donde es incluida la población afrodescendiente”.
El 25 de Mayo representa para la Argentina una de las efemérides más importantes, constituyendo un ritual de gran significado en la construcción y reforzamiento de la identidad nacional. A partir de esta constatación, resolví iniciar una investigación en torno al papel de estas representaciones de la negritud en los actos escolares de la Argentina.
La observación etnográfica que hemos realizado nos indicó que en la representación escolar los niños y niñas cubren sus rostros con “corcho quemado” y llevan atuendos vistosos y coloridos. Son variadas las representaciones que se incluyen sobre los afrodescendientes; estos aparecen bailando candombes y celebrando la destitución de último virrey y la llegada del primer gobierno patrio. También se incluye la representación de población negra como los vendedores de velas, las mazamorreras, el sereno que menciona pregones relacionados con la actividad u ocupación desarrollada.
Cabe mencionar que los primeros africanos esclavizados arribaron a la Argentina, inicialmente en forma esporádica, en el siglo XVI y en la primera mitad del siglo XVII y llegaron a constituir porcentajes poblacionales muy significativos. Durante el período colonial, los miembros de la población negra esclavizados fueron destinados a cumplir muchas y variadas tareas. Contrario a la imagen que los sitúa meramente en actividades domésticas (entendiendo el trabajo en las casas de las familias blancas/ criollas), los integrantes de la población negra no solo estuvieron destinados a estas tareas y servicios, sino que sostuvieron el sistema económico (ganadería, agricultura, carpintería, manufactura, panadería, artesanía, herrería, sastrería, zapatería, aguateros, changadores, entre otros). Fue tal su vinculación que Andrews (1989) afirma que “si cada trabajador esclavo del Buenos Aires de 1800 hubiese desaparecido repentinamente, la actividad económica se habría detenido en una cuestión de horas”. Aunque la población negra no fue aniquilada totalmente -como es una noción extendida en el sentido común y en parte de la literatura especializada-, sí decreció de manera considerable a lo largo de diversos procesos durante el siglo XIX. Sin embargo, en la construcción de la nacionalidad argentina las identidades negras fueron marginadas e invisibilizadas.
De esta manera, se fue construyendo la idea de una Argentina sin población negra, lo que es parte de una construcción ideológica que afirma como elementos centrales de la identidad nacional a la raza blanca y la cultura europea (Yao, 2002). La escenificación que la escuela desarrolló hasta hoy destaca la alegría como expresión musical y gestual: el negro es un personaje que canta y se ríe, aunque también se incluye que se trataba de un negro esclavo o criado e integraba el más bajo estrato social. En los personajes que la escuela construye, el negro aparece con su contraparte: la de las damas y caballeros de sociedad. Las marcas de la identidad están inscriptas en el cuerpo, siendo el cuerpo objeto de comunicación que habla acerca de quién es el otro; esto es un lugar en donde se alojan los posicionamientos sociales, los lugares ocupados en la sociedad y la manera como los otros ven y se confirman a sí mismos.
Por un lado, la seriedad estilizada y liderazgo de los señores y damas antiguas y, por el otro, la otredad representada en un negro/a jocoso/a que pronuncia mal las palabras. De esta manera, las identidades negras aparecen estereotipadas, esencializadas y ancladas a la época colonial, y crean así una representación que aunque lo visibiliza y sujeta a un contexto socio-histórico específico, invisibliza, bajo una aparente neutralidad, las relaciones de fuerza y de poder en las que estaba inserto, subordinando las marcas de la explotación y la esclavización a la teatralizacióndel ritual escolar.
Por otro lado, también nos resulta llamativo que una representación de bailes de candombes africanos se sostenga hoy en la celebración de una fecha patria. Valdría la pena recordar que los candombes -en muchos casos- fueron censurados y prohibidos por las autoridades locales (González, 1999). ¿Qué pensarían entonces al ver hoy a los escolares bailando candombes en las escuelas, cada 25 de Mayo?
Para concluir, podemos decir que la escuela como operadora de la cultura no solo interviene sobre la memoria histórica y la identidad nacional, sino que también construye un presente portador de concepciones e imaginarios acerca de las identidades negras, las que convendría problematizar. Desde los actos escolares es posible contribuir a reflexionar sobre el papel de la negritud en la construcción de la nacionalidad y, en esta dirección, colaborar para que la educación sea el canal para el desarrollo plural e inclusivo de todas las identidades étnicas que conviven hoy en la Argentina.

*Lic. en Ciencias Sociales Universidad del Valle (Cali, Colombia). Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales con Orientación en Educación Flacso-Argentina.

Referencias bibliográficas
Andrews, George Reid. Los afroargentinos de Buenos Aires. Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1989, pág. 31.
Grimson, A. y Amati, M. “La nación escenificada por el estado. Una comparación de rituales patrios”. En Grimson A. (Comp.) Pasiones Nacionales, Buenos Aires, Edhasa, 2007, pág. 419. González, Pilar. Civilidad y política en los orígenes de la Nación Argentina. Las sociabilidades en Buenos Aires, 1829-1862. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica de la Argentina, 1999.
Yao, Arséne.“Negros en Argentina: integración e identidad”. Revue de Civilisation Contemporaine de l’Université de BretagneOccidentale EUROPES / AMÉRIQUES, 2002.


Disponible en: http://www.univ-brest.fr/amnis/

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